+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús decía a sus discípulos:
Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: “¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto”.
El administrador pensó entonces: “¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!”
Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: “¿Cuánto debes a mi señor?” “Veinte barriles de aceite”, le respondió. El administrador le dijo: “Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez”.
Después preguntó a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cuatrocientos quintales de trigo”, le respondió. El administrador le dijo: “Toma tu recibo y anota trescientos”.
Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.
Palabra del Señor.
Reflexión
Después de las parábolas de la misericordia, de las que hemos leído dos, la lectura de hoy nos lleva al capítulo dieciséis del Evangelio según San Lucas que está dedicado a la relación con los bienes de este mundo; empieza con la parábola del administrador infiel (Lc 16,1-8) y termina con la del rico y el pobre Lázaro (Lc 16,19-31). Todo se inicia con el relato de la parábola del administrador infiel, que muestra a un esclavo de mucha confianza, administrador de un gran hacendado que ha sido descubierto malgastando los bienes de su señor y, por lo tanto, es despedido de su trabajo. Jesús nos dice que, para encontrar quien lo acoja después, el administrador despedido, astutamente rebaja las deudas de los deudores de su amo, quizá renunciando a su comisión o quizá robando; lo que importa aquí es que su amo reconoce la astucia y prudencia con la cual actuó el siervo infiel. «El administrador demostró ingenio para lograr ventajas provisionales. Cristo contó esta historia para enseñar a… trabajar de la forma más ventajosa con los bienes terrenales de cara a su situación después de la muerte» [CEC 952]. Con esta parábola Jesús quiere exhortar a los indecisos, los que aún no se han convertido y no han optado por seguirlo para que sean audaces, astutos, sagaces, valientes y decididos. El Reino de Dios está ahí a las puertas en la persona de Jesús, es hora de arriesgarlo todo por el porvenir. Por eso el amo declara que el administrador infiel actúo “con prudencia”, que es la palabra que los evangelios sinópticos usan para indicar la actitud de quien ha entendido lo decisivo de la situación escatológica (final) proclamada por Jesús. No hay más tiempo y el cristiano debe ser audaz y decidido y optar definitivamente por Jesús.
¿He optado por Jesús? ¿Soy valiente y audaz para testimoniar al Señor en los ambientes donde me muevo? ¿Qué lugar ocupa Jesús en mi vida?