+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Seguían a Jesús grandes multitudes, que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania.
Al ver la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a Él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
“Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Estamos en la semana treinta del Tiempo durante el año y, en el día de hoy, celebramos la Solemnidad de Todos los Santos, por eso el texto que se lee hoy corresponde a esta solemnidad y está tomado del Evangelio según San Mateo; pertenece a una gran sección (capítulos 4 al 16) centrada en la “Invitación a Israel” hecha por Jesús. Esta sección empieza con el anuncio del Reinado de Dios con palabras y hechos. El texto que se nos presenta hoy corresponde a las “Bienaventuranzas”, las que son la introducción del Sermón de la montaña, o la presentación del Reino en palabras, cuyo centro es el Padre Nuestro (en el capítulo 6). Este sermón de la montaña es el primero de los cinco grandes discursos que trae este evangelio, al modo de los cinco grandes libros de Moisés del AT. Mateo presenta a Jesús, primero, en un monte, ya que el monte es lugar de la revelación de Dios en el Antiguo Testamento; segundo, sentado, ya que esa es la posición del maestro que enseña. Lo que hace Jesús con las bienaventuranzas es proponer un estilo de vida, un “estilo de santidad” que se hace presente con la llegada del Reino de Dios. Las primeras cuatro bienaventuranzas son una declaración de la alegría que tienen aquellos que se abren a la acción de Dios en sus vidas, las siguientes cuatro, están orientadas al comportamiento cristiano, o sea, actitudes que los discípulos deben tener. Terminadas estas ocho que están en tercera persona plural, aparece la última bienaventuranza, en segunda persona plural, que se dirige directamente a los discípulos que sufren persecución para alentarlos en la adversidad. Las recompensas aparecen escritas en voz pasiva, lo que se llama “pasivo teológico” porque indica que el que recompensa es Dios, pero sin nombrarlo.
Hagamos un ejercicio: En un momento de calma, en medio de esta pandemia, sabiendo que el Señor quiere mi felicidad, reviso mi vida, mis actitudes, de acuerdo con cada una de las nueve bienaventuranzas.