+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús habló diciendo:
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello!
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno! ¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera.
Palabra del Señor.
Reflexión
Avanzamos en la semana veintiuno del “Tiempo durante el Año” y seguimos con la lectura “semicontinua” del Evangelio según San Mateo el cual, después de las parábolas de juicio y de las controversias de Jesús con los dirigentes de Israel nos está preparando para el discurso escatológico, que será el quinto y último discurso del Señor en este evangelio. Sabemos que San Mateo nos ha mostrado la creciente tensión entre Jesús y la clase dirigente de Israel, en este contexto se presentan las siete maldiciones contra los fariseos, ya hemos leído las primeras tres de ellas, y en el día de hoy corresponde leer las que serían la cuarta y quinta de estas maldiciones. Como siempre se dirigen a los escribas y fariseos, llamados hipócritas. En la cuarta (Mt 23,23-24), el Maestro les reprocha la costumbre de preocuparse de la casuística del diezmo a pagar, hasta por las más insignificantes cosas, dejando de lado lo que si importa: la justicia que es la perfecta obediencia a la voluntad de Dios, la misericordia que es el amor al prójimo y la fidelidad que es un proceder consecuente y sin doblez. Los fariseos le dan importancia a pagar el diezmo por pequeñeces como el comino, pero no a practicar las virtudes de la Ley; en palabras de Jesús: “filtran el mosquito y se tragan el camello”. En la quinta (Mt 23,25-26), el Señor refuerza la anterior acusación con la repetición de la palabra ciego, que describe la condición de todos sus oponentes, y les reprocha que se preocupan por lo externo y no por el interior de la persona, que promuevan el parecer por sobre el ser, que promuevan la belleza de lo externo y no la belleza del corazón puro, que busquen ser reconocidos por los hombres y no por Dios.
¿Cuándo he filtrado el mosquito y me he tragado el camello? ¿Busco el reconocimiento de los demás o del Señor? ¿En qué manera vivo la justicia, la misericordia y la fidelidad?