+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: «¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?».
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: «Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo. Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial. ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron. De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños.
Palabra del Señor.
Reflexión
El Evangelio según San Mateo presenta a lo largo de su narración cinco discursos de Jesús como una forma de imitar los cinco grandes libros de la Biblia atribuidos a Moisés (Ley o Pentateuco), ya hemos leído tres de ellos: el sermón de la montaña, el discurso misionero y el discurso en parábolas; más adelante leeremos el quinto y último que es el discurso escatológico. Comenzamos hoy la lectura del cuarto discurso de Jesús (Mt 18,1-35) llamado discurso comunitario, que está compuesto de dos partes; la primera es una exhortación a la atención a los más pequeños más una parábola (Mt 18,1-14) y la segunda es una exhortación al perdón más una parábola (Mt 18,15-35). La primera parte del discurso nos recuerda que entre los discípulos surgen anhelos de poder y grandeza (Mt 18,1), pero con la llegada de los tiempos mesiánicos los valores se invierten, no es el poder lo que hace grande al discípulo, sino la pequeñez, la humildad al modo de Jesús; por eso el Maestro de Nazaret coloca como ejemplo a un niño, esto porque el niño se define por su indigencia en la sociedad judía del tiempo de Jesús; a raíz de esto el Señor exhorta a acoger a los pequeños, porque así es a Él a quien se acoge. El versículo 10 hace hincapié en el cuidado especial del Padre Celestial por los más pequeños, advirtiendo así a la comunidad cristiana que bajo ningún motivo es correcto o lícito marginar o despreciar a los pequeños. Por último, la parábola de la oveja refuerza la enseñanza del Señor. Es deber de la comunidad cristiana cuidar que ninguno de los pequeños se pierda, por eso el discípulo, la discípula debe ir detrás del pequeño extraviado para rescatarlo, como hace el pastor. Esto es un deber ineludible..
¿Quiénes son hoy los pequeños? ¿Siento que he marginado o despreciado a los pequeños? ¿He buscado el “poder” en la Iglesia?