+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús subió a la barca, atravesó el lago y regresó a su ciudad. Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: “Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados”.
Algunos escribas pensaron: “Este hombre blasfema”.
Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: “¿Por qué piensan mal? ¿Qué es más fácil decir: ‘Tus pecados te son perdonados’, o ‘Levántate y camina’? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.
Él se levantó y se fue a su casa.
Al ver esto, la multitud quedó atemorizada y glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los hombres.
Palabra del Señor.
Reflexión
Con el relato de la curación del paralítico aparece un primer grupo (de tres) de adversarios de Jesús, los escribas (versículo 3), más adelante aparecerán los fariseos (versículo 11) y los discípulos de Juan Bautista (versículo 14). San Mateo nos dice que Jesús dejó la región de los gadarenos y cruzó el lago (mar de Galilea) hacia la ribera occidental, en concreto hacia “su ciudad” de Cafarnaúm; esta ciudad, de unos 5000 habitantes, se había transformado en la ciudad de Jesús, desde cuando dejó Nazareth. Llegado ya a Cafarnaúm le presentan un paralítico tendido en una camilla, de inmediato al Señor le conmueve la fe del paralítico y de los que lo traen, por eso, al instante, le perdona los pecados. Hay que recordar que los judíos consideraban las enfermedades invalidantes como castigos por los pecados cometidos. Frente a esta forma de actuar de Jesús los escribas piensan que Él blasfema, ya que es claro que sólo Dios puede perdonar los pecados; efectivamente los judíos hacían un rito anual, en el Templo, para pedir a Dios el perdón de los pecados de todo Israel, en cambio Jesús perdona pecados en todo momento y en todo lugar. Jesús los confronta y les demuestra que puede perdonar pecados sanando al paralítico (es fácil decir “tus pecados son perdonados”, no es comprobable; más difícil es perdonar los pecados, le compete a Dios; más difícil aún es decir “levántate y anda”, sí es comprobable). Habiéndose ido el paralítico (caminando), la multitud queda atemorizada y, asombrada, glorifica a Dios; y esta alabanza es porque al sanar al paralítico Jesús demostró que Él tiene el poder de perdonar los pecados y, además, que ese poder Jesús lo ha transmitido también a sus discípulos: “glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los hombres.” (Mt 9,8b).
En el dolor o la enfermedad ¿Confío en el Señor como el paralítico? ¿Me reconozco pecador, pecadora? ¿Confío en le misericordia sin límites del Señor?