+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús dijo a sus discípulos:
No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos.
Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.
Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran.
Palabra del Señor.
Reflexión
Poco a poco vamos llegando al final del Sermón de la Montaña (Mt 7,27) y, en el texto de hoy, Mateo nos trae tres frases del Señor. La primera frase corresponde al versículo 6 que es bastante enigmático, pero considerando que “arrojar (Yará) la perla” hace referencia a “instruir en la Ley (Toráh)” (=arrojar una piedra para indicar el camino correcto) y que el Salmo 22,17 compara a los enemigos del justo con una jauría (de perros) y que el cerdo es considerado un animal impuro (Lev 11,7; Mt 8,32) y que los judíos acostumbraban a llamar cerdos a los paganos, especialmente a los romanos, se podría entender que el sentido de la frase es que no hay que dar las cosas valiosas a quien no quiere recibirlas: el Mensaje del Reino de Dios. La segunda frase de Jesús es la llamada regla de oro en el versículo 12: los discípulos deben hacer por los demás lo que deseen que los demás hagan por ellos; esta regla ya estaba en el Antiguo Testamento y también en escritores paganos (Heródoto, Séneca, Confucio), la novedad de Jesús es que Él la formula en forma positiva y la coloca como síntesis de toda la Ley y los Profetas, para Jesús el amor al prójimo (sin distinción de amigos o enemigos) es el corazón de la Ley y criterio para discernir al “Voluntad de Dios” expresada en la Biblia. La tercera sentencia de hoy es la de los dos caminos, presente ya en el Antiguo Testamento (Sal 1,6; Dt 30,15.19), con la cual Jesús invita a recorrer el camino de vida verdadera, por Él trazado (fatigoso y angosto) y entrar por la puerta, por Él establecida; lo contario es el camino fácil, ancho y espacioso (con su correspondiente puerta) que lleva a la perdición.
¿Soy respetuoso de lo “sagrado”? ¿Cómo vivo la “regla de oro”? ¿Qué “camino” suelo escoger?