+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús dijo a sus discípulos:
Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: “No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor”. Pero Yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey. No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos.
Cuando ustedes digan “sí”, que sea sí, y cuando digan “no”, que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy terminamos la décima semana del “Tiempo durante el Año” (Tempus per Annum). Estamos en compañía del Evangelio según San Mateo que fue el segundo evangelista en escribir su Libro, después de San Marcos, cuyo Evangelio ya lo hemos leído. La narración de San Mateo nos está presentando el Sermón de la Montaña en el cual Jesús presenta seis antítesis entre lo que dijo Moisés en la Ley y lo que dice Él en su predicación. En el texto de hoy entramos en la cuarta antítesis que trata de los juramentos. Jesús parte citando unos textos del Antiguo Testamento (Lv 19,12; Nm 30,3) que dicen que no hay que jurar falsamente y que hay cumplir los juramentos hechos al Señor. Los judíos tenían una serie de fórmulas para cumplir estos mandamientos sin nombrar a Dios (por el cielo, por la tierra, por Jerusalén, por la propia cabeza) o simplemente para vulnerar los juramentos. Jesús declara abolida toda esa legislación, con todos sus subterfugios (ya que se jure por lo que se jure, todo pertenece a Dios). Para Jesús el juramento implica una desconfianza de unos para con otros, por eso, con la llegada de los tiempos mesiánicos, a través de su persona, debe llegar también el tiempo de la verdad y de la confianza: cuando sea sí, hay que decir sí y cuando sea no, hay que decir no. Por lo tanto, «…la fe elimina la costumbre frecuente de jurar. Establece la actividad de nuestra vida en la verdad y, rechazando la inclinación a mentir, prescribe la lealtad tanto en el hablar como en el escuchar…» (Hilario de Poitiers) De esta manera el Señor exhorta a vivir el mandamiento segundo de respetar el Nombre de Dios (Ex 20,7) y el octavo de no dar falso testimonio ni mentir (Ex 20,16).
¿Cómo vivo los mandamientos de Dios? ¿Respeto el Nombre de Dios en mi vida? ¿Digo siempre la verdad?