+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
Después de haber expulsado a los vendedores del Templo, Jesús volvió otra vez a Jerusalén. Mientras caminaba por el Templo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos se acercaron a Él y le dijeron: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te dio autoridad para hacerlo?”
Jesús les respondió: “Yo también quiero hacerles una pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. Díganme: el bautismo de, Juan Bautista, ¿venía del cielo o de los hombres?”
Ellos se hacían este razonamiento: “Si contestamos: “Del cielo”, Él nos dirá: “¿Por qué no creyeron en Él?” ¿Diremos entonces: “De los hombres”?” Pero como temían al pueblo, porque todos consideraban que Juan había sido realmente un profeta, respondieron a Jesús: “No sabemos”.
Y Él les respondió: “Yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas”.
Palabra del Señor.
Reflexión
El evangelista San Marcos nos lleva ahora por una serie de controversias de Jesús con los dirigentes del judaísmo. Los gestos simbólicos de Jesús, sobre todo el de la purificación del Templo, encuentran una inmediata y furibunda respuesta por parte de las autoridades de Israel, unos tras otros se van sucediendo los distintos grupos de poder del judaísmo para atacar al Señor. A los distintos y diversos ataques, el Maestro Nazareno responde siempre con la enseñanza impartida cuando purificó el Templo de Jerusalén: los derechos y las exigencias de Dios. Todas estas polémicas ocurren en un sólo día y a través de ellas se trasluce el origen divino de Jesús y la verdadera naturaleza del culto a Dios: fidelidad, amor sin reservas, humildad sincera y confianza absoluta. Los primeros en atacar son el Sanedrín o Consejo Supremo de Israel, esta es la primera y única vez que los jefes del pueblo se acercan a Jesús; encabezados por los jefes de los sacerdotes que se sienten minados en su poder por parte de Jesús le exigen que muestre “credenciales” sobre quien cree o pretende ser y de por qué actúa así en el Templo. En medio de la disputa el interrogado se convierte en interrogador y les exige a los jefes del pueblo que se pronuncien sobre si el bautismo de Juan era de Dios o de los hombres; de alguna manera con su silencio los jefes del pueblo admiten el origen divino del bautismo de Juan y así por lo tanto Jesús les revela el origen divino de su misión. Jesús actúa como enviado de Dios.
¿En alguna ocasión he actuado como los jefes del pueblo cuestionando a Jesús? ¿Qué siento ante la dureza del corazón de los jefes del pueblo? ¿Creo en el origen divino de Jesús?