+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
Al atardecer de ese mismo día, en que Jesús había multiplicado los panes, los discípulos bajaron a la orilla del mar y se embarcaron, para dirigirse a Cafarnaúm, que está en la otra orilla. Ya era de noche y Jesús aún no se había reunido con ellos. El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento.
Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo. Él les dijo: “Soy Yo, no teman”.
Ellos quisieron subirlo a la barca, pero ésta tocó tierra enseguida en el lugar adonde iban.
Palabra del Señor.
Reflexión
Para terminar esta segunda semana del Tiempo de Pascua el Evangelio según San Juan nos trae el relato de Jesús caminando sobre las aguas. Seguimos en el capítulo seis del cuarto evangelio y el evangelista nos narra el quinto signo o señal (milagro) de los siete que él nos presenta. Esta marcha sobre las aguas se describe como un milagro de epifanía (=manifestación) o revelación. La barca en el mar quiere representar el caminar de la Iglesia a través del mundo y en medio de las dificultades cotidianas. La indicación del evangelista de que ya “era de noche” describe el camino en medio de las tinieblas, por eso él recalca que Jesús no se había reunido con ellos todavía, es decir, el Señor Jesús es la Luz y por lo tanto caminar (navegar) sin Jesús es caminar en la oscuridad, en las tinieblas, sin rumbo ni destino. Los discípulos buscaban cruzar el Mar de Galilea hacia Cafarnaúm (donde el Señor les revelará el sentido de la multiplicación de los panes y la identidad de su propia persona), pero fueron retenidos por el viento y la tempestad a los cinco kilómetros de navegación, esto es en la mitad del Lago. Sólo la presencia de Jesús y la revelación de su condición divina a través del uso del Nombre de Dios “Yo soy” (Cfr Ex 3,14) disipa las tinieblas y hace posible que la barca llegue (inmediatamente) a su destino, y es que sólo Yahvé (=Yo soy) puede caminar sobre las aguas (ver Sal 77,20). Comenta San Cirilo de Alejandría: «Cristo… entierra el miedo y libra de todo peligro, cambiando con poder inefable lo terrorífico en alegre calma… Cristo es, pues, para los que le reciben, quien disuelve todo peligro y lleva a buen término toda empresa que supera nuestra esperanza».
¿Reconozco en Jesús al Señor nuestro Dios? en mi vida ¿He caminado en tinieblas, lejos del Señor? ¿Qué tinieblas acechan a la Iglesia en el día de hoy?
