+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
Al ver que Jesús había resucitado a Lázaro, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en Él. Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: “¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si lo dejamos seguir así, todos creerán en Él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación”.
Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: “Ustedes no comprenden nada. ¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?”
No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos.
A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús. Por eso Él no se mostraba más en público entre los judíos, sino que fue a una región próxima al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí permaneció con sus discípulos.
Como se acercaba la Pascua de los judíos, mucha gente de la región había subido a Jerusalén para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros en el Templo: “¿Qué les parece, vendrá a la fiesta o no?” Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno conocía el lugar donde Él se encontraba, lo hiciera saber para detenerlo.
Palabra del Señor.
Reflexión
Para terminar esta quinta semana del Tiempo de Cuaresma y dar paso a la “Semana Mayor” o Semana Santa, el Evangelio según San Juan en su primera parte llamada “Libro de los signos” nos trae un relato que se ubica justo después de la narración del séptimo y último signo o señal (o milagro) que hace Jesús: la resurrección de Lázaro. Dos reacciones se producen entre los judíos ante ese milagro o signo, muchos creen en Jesús (11,45), pero otros van a denunciarlo ante el Sanedrín (11,46); la reunión de este Consejo de los judíos será clave, pues en él ellos deciden la muerte del Señor (11,53); los miembros de esta Junta Suprema no saben cómo reaccionar: “¿Qué hacemos?”, se preguntan, además muestran su ceguera total, ya que se dan cuenta de que Jesús hace muchos signos, pero no creen en él. Ellos, comenta San Agustín, «Temieron perder las cosas temporales, sin preocuparse de la vida eterna, y por eso perdieron ambas cosas». En medio de la discusión el Sumo Sacerdote de ese año, llamado Caifás, pone fin a la discusión con una sentencia, de por si inmoral, pero que para San Juan es una profecía: Jesús debe morir por el pueblo, para salvar a la nación de los romanos. San Juan ve aquí el sentido profundo y verdadero de la muerte del Señor, Él muere porque se sacrifica y su sacrifico es redentor, y no sólo por el pueblo judío, sino que por el mundo entero. Jesús se ocultó en un pueblo cercano, para esperar la fiesta de la Pascua que estaba próxima. Juan narrará, luego, la vuelta del Señor a Jerusalén, dando término al Libro de los Signos para dar paso al Libro de la Gloria, que narra la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.
¿Cómo ha sido la vivencia de la Cuaresma para mí este año? ¿Los judíos no creyeron en Jesús, creo con todo mi corazón en Él? ¿Cómo voy a vivir la Semana Santa que ya comienza?