+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Mientras Jesús subía a Jerusalén, llevó consigo a los Doce, y en el camino les dijo: “Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que se burlen de Él, lo azoten y lo crucifiquen, pero al tercer día resucitará”.
Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante Él para pedirle algo.
“¿Qué quieres?”, le preguntó Jesús.
Ella le dijo: “Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”.
“No saben lo que piden”, respondió Jesús. “¿Pueden beber el cáliz que Yo beberé?”
“Podemos”, le respondieron.
“Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre”.
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Estamos en el miércoles de la segunda semana del Tiempo de Cuaresma, en el cual tenemos nuevamente un texto del Evangelio según San Mateo; en este texto leemos como Jesús realiza el tercer anuncio de su Pasión, este anuncio es más detallado que los dos anteriores (Mt 16,21-23; 17,22-23) y con él todo el evangelio se dirige y se centra en el Misterio Pascual de la Muerte y Resurrección del Señor, pero los discípulos no logran entender la trascendencia del anuncio y se enfrascarán en discusiones banales. En ese momento aparece la madre de Santiago y Juan (Mt 20,20) y, junto con ellos (ver Mc 10,35-40), le pide a Jesús un puesto de honor y privilegio para sus dos hijos en su Reino (“uno a tu derecha y el otro a tu izquierda»). Ante esta asombrosa petición el Maestro da dos respuestas, la primera, es que es imposible compartir un puesto en el Reino de los Cielos sin compartir sus sufrimientos (beber el mismo cáliz que Jesús) y la segunda, es que no es su prerrogativa asignar puestos de privilegio en el Reino, eso le corresponde al Padre Celestial (ver Mt 24,36; Hch 1,7; Lc 23,33). Frente a esa petición surge la indignación de los demás discípulos y se entabla una dura discusión; el Señor interviene diciendo que hay dos maneras distintas de ejercer la autoridad, una es la de los jefes de las naciones y poderosos que imponen su dominio como detentado un poder absoluto, y otra es la forma que deben practicar los discípulos, esto es la manera de Jesús que se hizo servidor de todos y dio su vida para rescatar a todos (Mt 20,28).
¿Busco posiciones de privilegio en los ambientes en los que me muevo? ¿Cómo actúo cuando tengo autoridad? ¿He aprendido a servir?