+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: “Todo varón primogénito será consagrado al Señor”. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con Él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:
“Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel”.
Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de Él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: “Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos”.
Palabra del Señor.
Reflexión
En el día quinto de la Octava de Navidad, tenemos un texto tomado del Evangelio según San Lucas que nos narra el episodio de la Presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén. San Lucas nos quiere mostrar a José y María como fieles y devotos judíos que cumplen todo lo que esta mandado en la Ley de Moisés con respecto al niño recién nacido, por un lado, la purificación ritual de María (Lv 12,8) y, por otro lado, el rescate del primogénito (Éx 13,13; Nm 18,15). Cumpliendo esta acción ritual se encuentran con un anciano llamado Simeón (cuyo nombre significa Dios ha escuchado); este era un hombre justo y piadoso al cual el Espíritu Santo le había revelado que no moriría sin antes ver al Mesías. Simeón había ido al Templo en ese momento movido por el Espíritu Santo y lleno de él, pronunció un cántico, mientras tomaba al Niño en sus brazos; este Cántico de Simeón también llamado Nunc dimitttis, hace énfasis en el “ahora” que indica el “hoy salvífico” de Dios, de esta manera el canto nos dice que ahora actúa Dios, ahora Simeón ya puede morir en paz, porque ahora ha llegado el Salvador; después de esta primera idea el cántico destaca que el Salvador, además de ser la gloria de Israel, el pueblo elegido, es también, luz para todas las naciones paganas, destacando así la universalidad de la salvación ofrecida por Jesús. Terminado el cántico, el anciano Simeón anuncia que Jesús será signo de contradicción, eso significa la espada que atraviesa el corazón, imagen tomada de Ez 14,17 que habla de una espada que discierne y manifiesta los pensamientos de los que aceptan y de los que rechazan a Jesús; María, como todos (as), también tendrá que optar… y nosotros también.
¿Valoro y escucho con atención a los ancianos (as)? María tuvo que optar y optó por Jesús ¿Qué hago yo? María, José y Simeón eran justos y piadosos ¿Cómo me considero yo?