+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga. Había allí una mujer poseída de un espíritu, que la tenía enferma desde hacía dieciocho años. Estaba completamente encorvada y no podía enderezarse de ninguna manera. Jesús, al verla, la llamó y le dijo: “Mujer, estás sanada de tu enfermedad”, y le impuso las manos.
Ella se enderezó en seguida y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había sanado en sábado, dijo a la multitud: “Los días de trabajo son seis; vengan durante esos días para hacerse sanar, y no el sábado”.
El Señor le respondió: “¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no desata del pesebre a su buey o a su asno para llevarlo a beber? Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser liberada de sus cadenas el día sábado?”
Al oír estas palabras, todos sus adversarios se llenaban de confusión, pero la multitud se alegraba de las maravillas que Él hacía.
Palabra del Señor.
Reflexión
Hemos iniciado, en el día de ayer, la semana número treinta del “Tiempo durante el Año”. Hoy, en el Evangelio según San Lucas, encontramos a Jesús que en su caminar hacia Jerusalén entra a una sinagoga donde enfrentará una situación ya vivida anteriormente (ver Lc 6,6-11). Como era su costumbre (Lc 4,16), cada sábado el Maestro iba a la sinagoga y en esta ocasión encuentra a una mujer que llevaba 18 años enferma con una terrible parálisis que la mantenía totalmente encorvada; sin que nadie le diga Jesús la ve, la llama y, sin perder un minuto, actúa con misericordia y compasión y le habla a la mujer para decirle que está curada de su enfermedad y luego le impone las manos y ella se endereza enseguida. San Lucas explica que ante este milagro surgen dos reacciones contrapuestas. Veamos en primer lugar, la reacción del jefe de la sinagoga y de los adversarios de Jesús que con indignación critican que el Señor haga la curación en un sábado; a ellos el Señor los acusa de hipócritas que ponen por delante de la misericordia y la compasión las leyes y los animales, y ellos llenos de confusión no saben que decir. En segundo lugar, veamos la reacción de la mujer y de la multitud; la mujer, a penas sanada, glorifica a Dios y la multitud se alegra por las maravillas que el Maestro realiza; la mujer y la multitud, al contrario de los adversarios que están ciegos, han descubierto que el Reino de Dios está actuando delante de ellos, en la persona de Jesús, devolviéndole a la mujer su dignidad de hija de Abraham. Dice San Ambrosio: «Por no comprender esto, el jefe de la sinagoga… prohibía curar en sábado, cuando precisamente el sábado es la imagen de los tiempos futuros».
¿Qué lugar ocupan en mi vida los enfermos? ¿Se descubrir dónde está el Reino de Dios o soy ciego (a) como el jefe de la sinagoga? ¿Qué me dice la actitud de Jesús para con la mujer?