+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús dijo a sus discípulos: No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. Porque no hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado. Presten atención y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener.
Palabra del Señor.
Reflexión
Ayer Domingo hemos iniciado la semana número 25 del Tiempo durante el Año y estamos en la compañía del Evangelio según San Lucas. El evangelista nos está presentando una sección sobre los diversos modos de oír la Palabra de Dios que empezó con la versión lucana de la parábola del sembrador y su consiguiente explicación y terminará con la aparición de la familia de Jesús y especialmente de María como oyente y practicante de la Palabra; en medio de estas dos escenas se encuentran los versículos que leemos hoy, los que corresponden a dos sentencias de tipo proverbial que insisten en la escucha de la Palabra: “presten atención y oigan bien” (versículo 18). La primera sentencia habla de la lámpara y la luz. La lámpara de la que se habla es la que se coloca en un vestíbulo o recibidor para iluminar a los que entran; los discípulos deben iluminar con la Palabra de Dios “a los demás”, a aquellos que se nombraban en el versículo 10. La segunda sentencia habla de lo oculto que debe ser divulgado. El conocimiento de los “misterios del Reino de Dios” (versículo 10) que tienen los discípulos no es un conocimiento “gnóstico”, esotérico u oculto, o sea, no es un conocimiento reservado para un grupo sectario de “iniciados”, al contrario es un conocimiento para compartir con “los demás” (versículo 10); no entender que los misterios del Reino de Dios deben ser compartidos con los demás es “escuchar sin comprender” y eso lleva a la pérdida total de la capacidad de oír: “se le quitará hasta lo que cree tener”. (versículo 18). Sobre este texto comenta Orígenes: «El Señor llama lámpara a la Iglesia santa, porque con su predicación, la palabra de Dios ilumina a todos los que están en este mundo…».
¿Creo que soy “oyente de la Palabra”? ¿Creo que puedo oír, comprender y practicar la Palabra de Dios? ¿Creo que puedo comunicar a los demás la luz de la Palabra de Dios?