+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
El Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes.
Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.
Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: “Ya viene el esposo, salgan a su encuentro”.
Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: “¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?” Pero éstas les respondieron: “No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado”.
Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta.
Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: “Señor, señor, ábrenos”, pero él respondió: “Les aseguro que no las conozco”.
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy, viernes de la semana veintiuno del Tiempo durante el Año, nos vamos acercando al término de la lectura semicontinua del Evangelio según San Mateo, el cual nos está presentando el quinto y último discurso de Jesús, el “Discurso Escatológico”, en su segunda parte, compuesta por tres parábolas y la “impresionante escena del juicio final”; hoy leemos la parábola de las diez jóvenes. Esta parábola es la gemela de la parábola de los dos servidores, que leímos ayer, pero hoy en su versión femenina, por lo tanto, su intención es exhortar a estar preparados para la venida del Señor. Se presenta una situación común en la Palestina de los tiempos de Jesús, la cual es el traslado de la novia a la casa del novio, procesión en la cual es acompañado por varias doncellas; el novio se demora porque se demoran las negociaciones de los padres de los novios en la casa de la novia (y siempre es así ritualmente), por eso las diez jóvenes sabían (o deberían haber sabido) que el novio se iba a demorar, de ahí que las jóvenes necias no tengan justificación; cuando llega el novio las que no tienen aceite, simplemente, se quedan fuera de la fiesta. Las lámparas brillan por el aceite y este representa las buenas obras, por eso no se puede compartir el aceite ya que las obras buenas son de cada una de las jóvenes; comenta San Agustín: «me parece a mí que en el aceite está significada la caridad». La puerta cerrada del banquete de bodas indica que la entrada en el Reino de los Cielos no es automática, pues se requiere vivir como Jesús pide: amando al prójimo, porque el que ama al prójimo ama a Dios, como se verá en el siguiente relato del Juicio Final (Mt 25,31-46).
¿Cuánto aceite tengo en mi lámpara? ¿Qué hago cuando se me empieza a acabar el aceite? ¿Cómo muestro a los demás que cada día espero al Señor?