+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús dijo a sus discípulos:
Escuchen lo que significa la parábola del sembrador. Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: éste es el que recibió la semilla al borde del camino.
El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta enseguida con alegría, pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe.
El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto.
Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Éste produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno.
Palabra del Señor.
Reflexión
Continuamos leyendo hoy el discurso en parábolas que el Evangelio según San Mateo nos presenta como el tercer discurso del Señor Jesús, después del sermón de la montaña y del discurso misionero. En este día nos corresponde la conclusión del primer bloque del discurso, bloque que se inició con la narración de la parábola del sembrador y continuó con la enseñanza sobre la finalidad de las parábolas; como conclusión de este primer bloque leemos el significado de la parábola del sembrador, el cual consiste en una explicación propiamente cristiana y moralizante de la parábola de Jesús. El centro de la explicación está en los peligros que amenazan la fe de los creyentes en Cristo: el Maligno, la tribulación, la persecución, las preocupaciones del mundo, la superficialidad, la inconstancia y las riquezas. Aquí la semilla es la Palabra de Dios y la eficacia de esta palabra depende de la disposición de la persona que la recibe, representada por el tipo de terreno en que cae la semilla. Hay una distinción esencial entre el que oye la palabra y el que comprende la palabra; para el verdadero discípulo no basta sólo oír la palabra, esa es una acción meramente intelectual; para el verdadero discípulo es necesario también comprender la palabra, esto es, adherir personalmente de corazón a ella, convertirse a ella y vivir de acuerdo con ella, a pesar de las dificultades que comporta. «Por tanto [comenta San Jerónimo] primero debemos escuchar, luego entender y después de haber entendido, producir el fruto de la enseñanza, y dar cien, sesenta o treinta». El final de la parábola es esperanzador, ya que quien escucha y comprende la Palabra produce fruto en abundancia.
¿Cuál de los cuatro terrenos predomina en mí? ¿Qué dificultades me impiden ser mejor cristiano (a)? ¿Qué me falta para “comprender” la Palabra?