+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús dijo a sus discípulos:
No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará iluminado. Pero si tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá!
Palabra del Señor.
Reflexión
Desde el capítulo 6,19 hasta el 7,12 el Evangelio según San Mateo nos presenta una parte del Sermón de la Montaña con varias instrucciones complementarias a lo ya dicho por Jesús; hoy leemos las dos primeras y breves unidades, que son de carácter sapiencial (y que provienen de la Fuente de dichos de Jesús llamada Q) y que hablan de los auténticos valores, a través de dos imágenes: el tesoro y el ojo. La primera sentencia es el Tesoro en el cielo, contiene dos mandatos, uno positivo (versículo 20) y otro negativo (versículo 19) más un proverbio que justifica los dos mandatos (versículo 21). Se muestra un fuerte contraste entre tesoros corruptibles y tesoros incorruptibles, estos últimos se refieren a tesoros que ya se han experimentado como tales en esta vida, pero cuyo valor continúa en la eternidad, por ejemplo, honrar padre y madre o realizar acciones bondadosas (Eclo 20,30; 41,14). La segunda sentencia es El ojo sencillo, contiene una definición (versículo 22a) seguida de dos oraciones condicionales (versículos 22b y 23a) paralelas y opuestas (paralelismo antitético) y termina, en el versículo 23b, con una oración condicional final y abierta (“Si la luz que hay en ti se oscurece ¡cuánta oscuridad habrá!”). El ojo simple (del griego aplous=sin visión doble, sencillo, firme, indiviso, perfecto) apunta a la pureza del corazón, resolución firme y lealtad íntegra, no con doble intención (Sant 1,7-8) por eso el discípulo, la discípula debe pedir y recibir esta integridad y armonía del alma como un don de Dios. En definitiva, si la orientación básica de la vida del cristiano, de la cristiana, su opción fundamental es sólida, “buena”, “sana”, los resultados, en su totalidad serán positivos. «Si [la intención] es pura y recta… todas aquellas obras que hagamos en conformidad con ella serán necesariamente buenas [Agustín]».
¿Cuáles son mis tesoros? ¿Mi ojo (mi corazón) es puro? ¿Cómo es mi relación con Dios?