+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
En su enseñanza Jesús les decía también: «Cuídense de esos maestros de la Ley, a quienes les gusta pasear con sus amplias vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar asientos reservados en las sinagogas y en los banquetes; incluso devoran los bienes de las viudas, mientras se amparan detrás de largas oraciones. ¡Con qué severidad serán juzgados!» Jesús se había sentado frente a las alcancías del Templo, y podía ver cómo la gente echaba dinero para el tesoro; pasaban ricos, y daban mucho. Pero también se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor. Jesús entonces llamó a sus discípulos y les dijo: «Yo les aseguro que esta viuda pobre ha dado más que todos los otros. Pues todos han echado de lo que les sobraba, mientras ella ha dado desde su pobreza; no tenía más, y dio todos sus recursos».
Palabra del Señor.
Reflexión
Llegamos al final de esta novena semana del “Tiempo durante el año” (en latín, tempus per annum). Hoy el Evangelio según San Marcos, en los últimos versículos del capítulo doce, nos presenta, en primer lugar, una crítica del Señor a los escribas y, en segundo lugar, un ejemplo a imitar. Primero, Jesús enseña a sus discípulos que no sean como los escribas que sólo buscan aparentar delante de todos, sólo buscan con ansias el reconocimiento de los demás: asientos especiales, saludos especiales, reverencias especiales, ropajes especiales; pero ellos sólo aparentan ser personas religiosas, porque en lo profundo no lo son, roban a las viudas (las personas más desprotegidas) y fingen hacer oraciones, que son sólo apariencia y falsedad. Segundo, Jesús sigue con su enseñanza dando un ejemplo de verdadera santidad a sus discípulos, aprovechando lo que ve en el patio de las mujeres del Templo de Jerusalén; mientras muchos (as) dan grandes sumas de dinero como ofrenda al Templo del Señor, sólo lo hacen para aparentar porque dan lo que les sobra, en cambio una viuda pobre (la más desprotegida en los tiempos de Jesús) calladita da dos moneditas de cobre (unos 75 pesos en total), todo lo que tenía para vivir (en griego, panta ton bion); ella lo da porque ha descubierto que sólo el Señor puede llenar su corazón y su vida y lo material no importa. «Olvidándose de ella misma [comenta Paulino de Nola] entregó todo lo que tenía para el cuidado de los pobres… estando más necesitada que muchos pobres, fue más rica de ánimo que todos los ricos juntos… ávida del tesoro celestial, donó todo lo que tenía para su propio sustento». Esto es lo que Jesús quiere que sus discípulos aprendan.
¿Soy como los escribas, que sólo aparentan ser buenos creyentes? ¿O soy como la viuda pobre que ha descubierto a Dios como su único Bien?