+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
Jesús se puso en camino. Un hombre corrió hacia Él y, arrodillándose, le, preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?” Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre”. El hombre le respondió: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud”. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”. Él, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.
Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!” Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: “Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios”. Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?”
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: “Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para Él todo es posible”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Iniciamos esta octava semana del Tiempo durante el Año, retomando así este tiempo que habíamos suspendido el 22 de febrero pasado cuando inició el Tiempo de Cuaresma, el cual dio paso al Tiempo de Pascua que terminó ayer. En la lectura de San Marcos estamos llegando al final de la segunda instrucción de Jesús a sus discípulos (as) con tres enseñanzas en torno a las riquezas: el relato del rico, la instrucción de Jesús a sus discípulos y la enseñanza sobre la recompensa por dejar las riquezas; hoy leemos las dos primeras y mañana la tercera. En el primer relato Marcos nos dice que un hombre se acerca a Jesús con palabras obsequiosas y le pregunta cómo entrar en el Reino (en la Vida Eterna dice él), el Señor le dice que cumpla los mandamientos y le nombra los de la segunda tabla que hablan del amor al prójimo, al ver que él los cumple con devoción el Maestro le mira con amor y lo llama a dar un paso más: el discipulado. Jesús lanza un desafío al hombre para que deje “TODAS” las riquezas y viva como Él, dependiendo absolutamente de Dios y proclamando la llegada de su Reino. Hay que tomar en cuenta que los judíos consideraban la riqueza como un favor de Dios que además obligaba a practicar la limosa a los pobres, por eso el hombre rico no soporta las palabras del Señor y fracasa. En privado, el Maestro enseña a los discípulos (as) que están sorprendidos por sus palabras que cambian esa idea de que las riquezas son un favor de Dios; para Jesús las riquezas, de cualquier monto, son un peligro grave para quien quiera heredar el Reino, de ahí la exagerada comparación (hipérbole) que hace del camello y el ojo de la aguja.
¿Cómo es mi relación con el dinero y los bienes materiales? ¿Acumulo o soy generoso (a)? ¿Mi vida se rige por el Evangelio o por el consumismo de nuestra sociedad?