+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Las mujeres, que habían ido al sepulcro, después de oír el anuncio del Ángel, se alejaron rápidamente de allí, atemorizadas pero llenas de alegría, y fueron a dar la noticia a los discípulos.
De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo:
“Alégrense”. Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de Él. Y Jesús les dijo: “No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán”.
Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido.
Éstos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, con esta consigna:
“Digan así: “Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos”. Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo”.
Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy.
Palabra del Señor.
Reflexión
Hemos celebrado el Santo Triduo Pascual y, a partir de la Solemne Vigilia Pascual, hemos iniciado el Tiempo de Pascua que consta de 50 días, esto es una Semana de Semanas (siete por siete es 49 más Pentecostés nos da cincuenta). La “primera semana” de esta semana de semanas se llama Octava de Pascua y corresponde a un gran Domingo de ocho días, en el cual se celebra solemnemente el triunfo de Jesús sobre el poder de la Muerte. La lectura de hoy está tomada del Evangelio según San Mateo y nos presenta dos escenas: la Aparición de Jesús a las mujeres y el Soborno de los guardias. Primero, la aparición del Señor a las santas mujeres es un premio a su fidelidad durante toda su Pasión y Muerte; recién el ángel les ha anunciado el triunfo de Jesús y ellas han creído el anuncio, ahora ese anuncio se hace palpable con la aparición del Señor en el camino; Jesús se les presenta “lleno de Vida” y les saluda lleno de gozo, ellas responden al saludo gozoso de Cristo postrándose y así llenas de alegría lo reconocen y lo adoran. El encargo del ángel de anunciar la Resurrección a los discípulos ahora es reiterado por el mismo Jesús. Comenta San Juan Crisóstomo que las santas mujeres reciben «el premio de tanta perseverancia, de ser las primeras en ver y anunciar no sólo lo que se les había dicho, sino lo que ellas habían contemplado». Segundo, el soborno de los guardias por parte de los sumos sacerdotes y dirigentes judíos demuestra la cerrazón de su corazón y su actitud hostil, a pesar del “anuncio” que le habían hecho los guardias. Sobre esta mentira, comprada con dinero, San Pedro Crisólogo dice: «Los discípulos recibieron a Cristo, no lo robaron».
¿Qué puedo aprender de las Santas Mujeres? ¿Qué produce en mí el anuncio del triunfo de Jesús? ¿Qué significa, para mí, que Jesús esté vivo?
