Vengan a mí los que están fatigados y sobrecargados y yo les daré descanso (Mt. 11,18) Pues sí, parece que uno termina el año 2022 o Enero del nuevo año un tanto acelerado. Por los exámenes, por el desgaste del trabajo docente, por la actividad pastoral, lo administrativo etc. Porque los meses de trabajo han ido siendo intensos…y el peso del tiempo y los quehaceres parecen abrumarme y por eso hace falta descansar un poco. Dormir más, vivir un poco más despacio, mirar el reloj menos a menudo, prescindir de agendas. Cada quién sabemos qué es lo que nos descansa. Pero, sea lo que sea, no descansar «de» Dios, sino «con» Dios. Dejarle que «venga conmigo», ser consciente de su presencia en mi vida, también en este tiempo de reposo. A veces decimos coloquialmente que es necesario parar… pero ¿qué es parar? Leamos esta reflexión:
Parar No poner precio al tiempo. Sentarse a la sombra, que la semilla sembrada igual crece. Ir de paseo sin mapa. Perder los minutos sin querer recuperarlos. Reír con ganas. Llorar sin amargura. Cantar sin eco. Orar sin convenio, con deseo. Charlar, o hablar de dentro. Cuidar la imaginación y recorrer en ella el mundo. Recostarse, y aquietarse para alzarse nuevo.César González
Colaborador EIPJ
¿Siento que Dios es parte de mi descanso y de mi verano? ¿Qué es “parar” para mí?
