+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis.
Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: “Efatá”, que significa: “Ábrete”. Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.
Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Después de la curación de la hija de la mujer pagana Jesús hace un largo y extenso rodeo por tierra pagana de Tiro al norte hacia Sidón y después hacia el sudeste hacia Cesarea de Filipo, siguiendo por la rivera este del Jordán y entrando por la Decápolis al oriente del Mar de Galilea, todo esto como un anticipo de la misión entre los paganos que tendrán que desarrollar después los discípulos. Entonces le presentan a un hombre que era sordo y que apenas podía hablar para que le impusiera las manos. El Señor lo separa de la multitud y realiza un ritual de curación tocando los oídos y la lengua con sus dedos y usando saliva, después “mira al cielo” lo que significa la oración de Jesús a Dios Padre y “suspira” lo que significa la compasión del Maestro por el enfermo, termina la curación con la palabra “Efatá” (del arameo ‘eppattah) dándole así claramente la orden: “ábrete”. Dice San Marcos que inmediatamente se le abrieron los oídos y se le soltó la lengua por lo que el hombre, antes enfermo, ahora podía hablar apropiadamente. El Señor le ordena que no le diga nada a nadie, esto para indicar que Él no es sólo un sanador, sino que su verdadera identidad se revelará en la Cruz; pero el hombre hace todo lo contrario y la gente aclama: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos», haciendo referencia al texto de Isaías 35,5-6 que habla del futuro glorioso de Israel. Comenta Aurelio Prudencio (poeta del siglo IV): «El que tenía cerrados los conductos del oído… se libera, al mandato de Cristo… Cesa toda enfermedad, toda debilidad se aleja… habla la lengua… y el paralítico lleva alegre su camilla a través de la ciudad».
¿De qué tiene que limpiar el Señor mis oídos y mi lengua? Jesús sintió compasión por el hombre enfermo ¿Siento compasión por los enfermos y necesitados? ¿Qué siento, qué pienso cuando escucho la frase sobre Jesús: “todo lo ha hecho bien”?