La tradición de la Iglesia ha considerado que el río Jordan es el único lugar del mundo donde el agua es bendita por sí misma, es decir, el sacerdote no necesita bendecir el agua para hacer el sacramento o una bendición. De esta manera, del río Jordan, bendecido por su presencia, Jesús sale para bautizar no sólo con agua sino también con fuego y Espíritu Santo. Que este Espíritu sea la luz que guíe nuestros pasos.
Renato Reyes
Capilla María Auxiliadora, Valparaíso.
¿Cómo el Espíritu Santo ha guiado nuestros pasos?