Fue casi al terminar el verano que por primera vez te vi. De eso han pasado cincuenta veranos desde que te conocí. Me miraste con ojos de acogida, tu boca una sonrisa expresó, en tus brazos tu hijo abrazabas con cariño y amor. Un báculo en tu mano mi mente impresionó, eres mujer poderosa que ni la batalla rehuyó. Ese día de mis labios una Ave María se escapó, sentí en la espalda que tu mano se posó. Me hablaste de un sueño que poco a poco se cumplió, querías mi apostolado para mostrar a los jóvenes que hay Alguien que los amo. Sé que siempre me guías por el camino mejor y que no falta en mi vida la fe y el buen amor.
Raimundo Muñoz
Colegio Salesiano Valparaíso
¿Has escuchado el llamado en tu vida de la Virgen?