+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús dijo a sus discípulos:
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando éste regresa del campo, ¿acaso le dirá: “Ven pronto y siéntate a la mesa”? ¿No le dirá más bien: “Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después”? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Continuamos hoy la lectura semi continua del Evangelio según San Lucas (recordemos que en este “Tiempo durante el Año”, antes hemos leído los evangelios según San Marcos y San Mateo). Al comenzar el capítulo diecisiete, el evangelista, nos presenta una sección con varias recomendaciones del Señor vinculadas a la vida comunitaria. Termina esta sección con la parábola del siervo, que leemos en el día de hoy. Esta parábola describe, claramente, la actitud que debe tener la persona humana ante Dios, esta debe ser una a actitud de servicio y humildad ante Él. Todo lo que somos lo recibimos de Dios y todo lo que recibimos de Él lo recibimos en forma gratuita: todo es gracia (Ver 1 Cor 4,7); toda nuestra vida debe ser nuestra respuesta agradecida a esta inmerecida gracia de Dios y no una búsqueda de recompensa, recordemos que no podemos merecer ante Dios. Comenta San Ambrosio: «No te creas más de lo que eres porque eres llamado hijo de Dios… ni te envanezcas de haber servido con fidelidad, ya que ese era tu deber». Al narrar esta parábola Jesús se opone a la mentalidad que tenían los fariseos, que pensaban que, cumpliendo las obras de la Ley, podían obligar a Dios a recompensarlos por su comportamiento. Por el contrario, Jesús piensa que todos los dones que Dios otorga al siervo fiel no constituyen un derecho que se pueda reivindicar, sino que son pura gracia, son dones gratuitos. «Con estas palabras [comenta San Juan Crisóstomo] nuestro Señor Jesucristo quería prevenir a sus apóstoles para que estuvieran lejos del veneno de la vanagloria… Si después de hacer el bien, el orgullo hincha el corazón, ahí termina todo sacrificio, tiene lugar el empobrecimiento y no se gana nada».
¿Alguna ves he pensado que Dios debe recompensarme o premiarme? ¿Tengo claro que los dones de Dios son sólo gracia y no se pueden merecer? ¿He logrado descubrir que mi amor a Dios es respuesta a Él, que me amó primero?