+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
En ese momento se acercaron algunos fariseos que le dijeron: «Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte.»
El les respondió: «Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado. Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste! Por eso, a ustedes la casa les quedará vacía. Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!».
Palabra del Señor.
Reflexión
Continuamos la lectura del Evangelio según San Lucas. Con él hemos iniciado una nueva etapa en el camino de Jesús hacia la ciudad santa de Jerusalén que está marcada por una fuerte enseñanza sobre cómo debe ser el comportamiento del verdadero creyente en Jesús y teniendo como telón de fondo el banquete celestial del Reino, en el cual Jesús profetiza que entrarán los paganos de todo el mundo (Ver Lc 13,29). En el texto de hoy el Señor Jesús se entera que la actitud de Herodes se ha vuelto claramente contra él y quiere matarlo, pero Jesús simplemente anuncia que dentro de poco llevará a cabo el término de su misión (“al tercer día habré terminado”) refiriéndose a su gloriosa Pasión que sabe que le espera en Jerusalén; el Maestro de Nazaret no teme a los poderosos porque su muerte no es algo que dependa de ellos, sino que está en el plan de su Padre Dios que él sigue fielmente y que se enmarca en la tradición de tantos profetas que murieron en Jerusalén. «Esto significa [comenta San Cirilo de Alejandría] que por su propia voluntad sufrirá la pasión en la cruz para salvación del mundo». En este contexto surge un lamento y una profecía del Maestro de Nazaret. En concreto el Señor se lamenta por la ciudad santa, que también está ciega (“cuantas veces quise reunir a tus hijos”), ya que a pesar de que él tendrá una entrada triunfal (“Bendito el que viene en nombre del Señor”) en la ciudad, sin embargo, será rechazado y condenado; pero, la profecía de Jesús indica que la ciudad será destruida (“a ustedes la casa les quedará vacía”).
¿He tenido actitudes parecidas a las de Herodes o la ciudad de Jerusalén para con Jesús? ¿Qué significa, para mí, la firme decisión de Jesús de ir a Jerusalén a pesar de saber lo que le espera? ¿He abierto mi corazón al Señor Jesús?