+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con Él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”
Jesús, que había oído, respondió: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: «Yo quiero misericordia y no sacrificios». Porque Yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Estamos en la semana número veinticinco del Tiempo durante el año. En el día de hoy suspendemos la lectura semicontinua de San Lucas, ya que corresponde la celebración de la Fiesta del apóstol San Mateo, por eso el evangelio está tomado de la narración de su vocación. El evangelista San Mateo ya había narrado, anteriormente, el llamado de Jesús a otros discípulos, pero en esta ocasión lo sorprendente del relato es que llame a un publicano, considerando que estos eran despreciados por los judíos, ya que eran vistos como traidores y ladrones por dedicarse a cobrar impuestos para Roma (con todas las grandes ganancias que obtenían por ello); pero el Señor no viene a juzgar, sino que, como comenta San Beda el Venerable: «mirándolo con misericordia lo eligió». El Maestro, comenta San Juan Crisóstomo, «no esperó a que [Mateo] abandonara aquel oficio sospechoso, sino que el Señor lo arrebató de en medio mismo de aquellos malos negocios». Después de esto Jesús se sienta a la mesa a comer con toda clase de pecadores y publicanos provocando la ira de los fariseos que cuestionan a los discípulos por la conducta de su Señor; entonces el Maestro les responde con la cita de Oseas 6,6: “yo quiero misericordia y no sacrificios”, la cual es una fuerte crítica profética al “culto vacío” y en boca de Jesús «es un reproche a los escribas y fariseos, quienes, considerándose justos, evitaban la compañía de los pecadores y publicanos» (San Jerónimo); ¿de qué sirve amar a Dios sino se practica la misericordia?, ya que como dijo el Papa Francisco: “el nombre de nuestro Dios es Misericordia”.
¿En qué momentos he sentido la mirada misericordiosa de Jesús? ¿Me siento perdonado (a) por el Señor? ¿He aprendido a ser misericordioso (a)?