Un cuervo que había robado un trozo de carne se posó en un árbol. Y un zorro, que lo vio, quiso adueñarse de la carne, se detuvo y comenzó a exaltar sus proporciones y belleza, le dijo además que le sobraban méritos para ser el rey de las aves y, sin duda, podría serlo si tuviera voz. Pero al querer demostrar al zorro que tenía voz, dejó caer la carne y se puso a dar grandes graznidos. El zorro se lanzó a arrebatar la carne y dijo: “Cuervo, si también tuvieras juicio, nada te faltaría para ser el rey de las aves”.
¿Qué te dice El Señor en este día que termina?