+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús dijo a sus discípulos: “No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes”.
Les hizo también esta comparación: “¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo?
El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro.
¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: «Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo», tú, ¿que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Avanzamos en la lectura del Evangelio según San Lucas y hoy continuamos el sermón de la llanura y en este contexto de enseñanza por parte de Jesús a sus discípulos se nos presenta hoy una breve pero potente enseñanza contra la hipocresía. El Maestro de Nazaret hace una seria advertencia a sus seguidores que, además nos la dejó claramente en el Padre Nuestro (perdona… como nosotros perdonamos…), si queremos el perdón de Dios debemos practicar el perdón de los enemigos, no hay otra forma de ser cristianos, ya que la medida que usemos con los demás será la medida que se usará para nosotros. Jesús advierte claramente que no debemos juzgar, ya que sólo Dios es Juez; si queremos no ser juzgados no debemos juzgar, si queremos no ser condenados no debemos condenar, más claro “echarle agua”. Comenta San Agustín: «Perdonad, y se os perdonará; dad y se os dará. Estas son las dos alas de la oración con las que se vuela hacia Dios: perdonar al culpable su delito y dar al necesitado». No hay que olvidar que somos frágiles como vasijas de barro y por lo tanto somos pecadores, por eso no debemos erigirnos como jueces de los demás, no podemos ser ciegos que guían a otros ciegos, si queremos ayudar a otra persona, si queremos corregirla por algo malo que hace o ha hecho, debemos esforzarnos, primero en ser mejores, de lo contrario seríamos como los fariseos o como el “cura Gatica”; primero debemos limpiar nuestro ojo de sus muchas suciedades para poder limpiar así la pequeña suciedad del ojo de mi hermano.
Medito sobre mi actitud para con los demás ¿Es una actitud cristiana? ¿He juzgado? ¿He apuntado con el dedo a alguien? ¿Practico lo que predico?