El pecado no es un comportamiento aislado sino que se apoya en una «estructura personal» y en un ambiente que lo posibilitan. Causamos muchos males a pesar de nuestra buena voluntad.
Muchas veces nuestras faltas tiene su origen en heridas pasadas y su fuente actual en miedos irracionales:
– Miedo a ser condenado que me exige perfección y orden;
– Miedo a no ser querido que me esclaviza al servicio sin medida;
– Miedo al fracaso que me somete a una actividad compulsiva;
– Miedo a que me comparen que me encierra en la intimidad y el descompromiso;
– Miedo al vacío que me obliga a conocerlo todo.
¿Qué te dice El Señor en este día que termina?