El dialogo es indispensable y sin fronteras, entre diversas personas, entre distintos idiomas, distintas religiones, procedencias y naciones. Dialogo entre personas que son totalmente distintas unas de otras, dialogo siempre partiendo de una base de aceptación mutua, de estima y ayuda, de mutua colaboración. El cristiano si quiere realmente seguir a Jesús, debe seguir al Dios de Jesús, del que habla Isaías, el Dios que está de parte de los oprimidos, de los humillados y de los afligidos. Este “estar de parte de” es estar “a favor de” y “luchando por”; para ello es necesario lo que el apóstol Santiago nos recuerda: dejando el interés desmedido, el apego a nuestras cosas.
¿Seremos capaces honestamente de esta coherencia y de ponernos del lado de los
descartados, de los desvalidos, de los huérfanos y los excluidos? ¿Seremos capaces verdaderamente de hacer esto, desde el lugar donde hoy nos encontremos?
¿A qué te invita El Señor al finalizar el día?