+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: “El que recibe mis mandamientos y los cumple, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y Yo lo amaré y me manifestaré a él”.
Judas -no el Iscariote- le dijo: “Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?”
Jesús le respondió: “El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él.
El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió.
Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Ayer hemos iniciado, junto a toda la Iglesia, la quinta semana del tiempo de Pascua (el cual dura 50 días, desde el Domingo de Pascua de Resurrección hasta el Domingo de Pentecostés). En el día de hoy San Juan nos presenta las últimas palabras del discurso de despedida de Jesús (el cual concluye mañana) antes de la Pasión. Las palabras de Jesús nos hacen comprender que su partida significa su ocultamiento tanto para el mundo como para los discípulos, pero con diferente resultado para ambos actores; el mundo no volverá a ver a Jesús, en cambio los discípulos si lo volverán a ver, porque la única forma de ver a Jesús será con la visión de la fe, y esa visión sólo es posible para los creyentes, ya que el mundo rechazó a Jesús. El Señor promete al creyente su cercanía, su manifestación, la comunión con Él, el vínculo del amor, en definitiva, Jesús le promete al creyente que Él y su Padre Celestial habitarán en él. Dice San Gregorio Magno: “Considerad, queridos hermanos, cuan grande dignidad sea esta, el tener a Dios que ha venido a hospedarse en el corazón”. Dios no se sienta en un trono grandioso, “sino en el corazón del hombre” dice San Ambrosio. Esta comunión del creyente con el Señor es la que exige dar testimonio de Él ante el mundo en todo momento. Para fortalecer el testimonio Jesús promete por segunda vez el don del Espíritu Santo (el Paráclito) como maestro para los creyentes. Por eso hay que tener en cuenta que el tiempo de Pascua es también tiempo del Espíritu Santo. Con la partida de Jesús empieza la época de la Iglesia que está asistida por la guía y el poder del Espíritu Santo que Jesús nos envió de junto al Padre.
El tiempo de Pascua es también tiempo del Espíritu Santo. Con la partida de Jesús empieza la época de la Iglesia que está asistida por la guía y el poder del Espíritu Santo que Jesús nos envío de junto a Padre. Puedo comprometerme a incorporar en mi oración personal la frase (jaculatoria) “Ven, Espíritu Santo”