+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús dijo a sus discípulos:
“Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Ayer hemos iniciado la segunda semana del Tiempo de Cuaresma, el cual nos prepara para celebrar los “misterios” más grandes de nuestra fe en la Pascua de Resurrección. Recordemos que en este tiempo se nos llama a la conversión practicando la oración, el ayuno y la limosna. El evangelio de este día está tomado del texto de San Lucas y continúa el tema que nos presentó el sábado San Mateo sobre el amor a los enemigos. San Lucas toma estos versículos del Documento Q (=fuentes de dichos de Jesús) y los coloca en el Sermón de la llanura, discurso que está atravesado por la enseñanza del Señor a sus seguidores sobre compartir los bienes con los necesitados. Jesús coloca una alta exigencia a los discípulos, hay que ser misericordiosos como el Padre Dios es misericordioso, he ahí el parámetro. Insiste el Señor en arrancar de nuestra forma de vivir actitudes antiguas y antievangélicas como el juzgar y el condenar, actitudes a las cuales solemos estar, lamentablemente, muy acostumbrados; por el contrario, lo que debemos hacer es perdonar y dar, actitudes que muchas veces nos cuesta vivir. Cabe destacar que aquí la palabra griega “apolyete” (=perdonen) se refiere, más bien, a perdonar deudas económicas. Esta es la forma de vivir del verdadero cristiano, es la forma que nos enseña Jesús, es la forma que quiere el Padre que está en los Cielos; por eso si aprendemos a vivir así el Padre Dios no nos juzgará, no nos condenará, nos perdonará y nos dará. Si somos misericordiosos la misericordia del Padre Celeste se desbordará en total sobreabundancia sobre nosotros, en una medida impresionante e imposible de imaginar, ya que con la medida con la que midamos, seremos medidos.
En esta Cuaresma miro, con sinceridad de corazón, mi vida y mis actitudes y me pregunto: ¿Juzgo? ¿Condeno? ¿Perdono? ¿Doy?
