La vida diaria, con sus alegrías y penalidades es el lugar en el que nos encontramos con el Señor. Cada día, al finalizar nuestra jornada, un buen ejercicio a realizar es el de revisar el día y descubrir los momentos en los que el Señor nos habló, en quiénes, qué nos dijo, qué nos pidió, qué misión nos encargó, qué signos de amistad nos regaló… Si nos acostumbramos a este estilo de vida, vamos a ser como Don Bosco. Quienes le conocieron dicen que parecía que en todo momento veía al Señor.
¿A qué te invita el Señor en este día?