+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús dijo a sus discípulos:
Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos.
Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán.
Palabra del Señor.
Reflexión
Estamos en la semana número doce (de un total de 34) del Tiempo durante el Año (tempus per annum) y seguimos revisando los últimos versículos del Sermón de la Montaña y hoy el evangelista San Mateo nos trae una enseñanza sobre los falsos profetas. Sabemos que en la comunidad cristiana a la que escribe el evangelista había una alta valoración por los profetas verdaderamente cristianos (ver Mt 10,41; 23,34), pero también es conocida la presencia de algunos que se hacían pasar por profetas sin serlo, aprovechándose de la estima de la que gozaba este servicio por parte de los discípulos (as). Los falsos profetas tienen una apariencia mansa e inocente (como si fueran corderos) pero su intención es aprovecharse de la comunidad (son lobos rapaces por dentro), su religiosidad es pura apariencia, invocan al Señor pero no practican su Voluntad, invocan a Jesús pero viven al margen de toda ley (presentan una espiritualidad descarnada) olvidando que a la hora de la verdad la clave será si han puesto en práctica la Voluntad de Dios; por lo tanto la forma de distinguir a los verdaderos de los falsos profetas no es por el contenido de su doctrina sino por la calidad de sus obras (por sus frutos los conocerán); en definitiva, no basta con que un profeta se presente como tal ante la comunidad, es necesario que demuestre su calidad de profeta cumpliendo la Voluntad de Dios tal como es presentada en las enseñanzas de Jesús (ver Mt 7,21-24).
¿Mi fe es verdadera o sólo apariencia? ¿Invoco al Señor y practico su voluntad? ¿Qué buenos “frutos” demuestran mi buena calidad de “árbol”?