Dejamos en manos de nuestra Madre la Virgen Auxiliadora, nuestra vida y la de nuestra propia familia. Digamos… Madre Mía, no te alejes, tu vista de mí no apartes. Ven conmigo a todas partes y nunca solo me dejes. Ya que me proteges tanto como verdadera Madre, haz que me bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.