El agradecimiento crea una actitud positiva hacia la vida e inaugura un modo gozoso de encontrar a Dios en todas las cosas. Las personas agradecidas son seres agradables con los que a todo el mundo le gusta estar; son personas que hacen la vida -la suya propia y la de los demás- más feliz y más rica; que no pierden el valor en las circunstancias difíciles, sino que mantienen alerta sus corazones frente a las fuerzas ocultas que tienden a hundirnos. No hay que inquietarse, pues, por la salud mental de aquellos para quienes el agradecimiento se ha convertido en una segunda naturaleza, porque no se puede ser agradecido e infeliz al mismo tiempo. Por otro lado, las personas ingratas pueden hacer que la vida sea miserable: ¡malogran tanto bien…!
En diversos momentos del Evangelio leemos que Jesús era una persona que sentía y mostraba su agradecimiento por las cosas de la vida, grandes o pequeñas. Expresaba agradecimiento a su Padre con las palabras de los Salmos y con sus propias y espontáneas palabras; lleno de gozo, bendecía y daba las gracias al Padre (Lc 10,21).
¿Te consideras y te consideran una persona agradecida?