Lo único que quisiera pedirles son dos cosas. Que pusieran ustedes sus ojos y su corazón en esos pueblos que están sufriendo tanto -unos de miseria y hambre, otros de opresión y represión- y después (ya que soy cristiano), que ante este pueblo así crucificado hicieran la conversación que propone San Ignacio de Loyola, preguntándose:
¿Qué he hecho yo para crucificarlo?
¿Qué hago para que lo descrucifiquen?
¿Qué debo hacer para que ese pueblo resucite?Ignacio Ellacuría SJ
Buenas noches