La Iglesia, cuando evangeliza, anuncia una salvación que es don gratuito de Dios, que sobrepasa todas las aspiraciones humanas. Dios se comunica el hombre en Jesucristo, mediante el Espíritu, y nos ofrece a todos la participación en la gloria de Jesucristo Resucitado ( Rom 8,11-14; Fil 3,20). La comunión de amor y de vida con el Padre en Jesucristo Resucitado se nos ofrece ya en nuestra existencia actual si nos unimos a Jesucristo por la conversión y la fe viva, por los sacramentos y la caridad. La unión con Jesucristo mediante el don del Espíritu implica una transformación de nuestra conducta y de nuestras actividades profundas, pero sobre todo es una participación en la vida de Dios por la que verdaderamente somos hijos de Dios (Jn 1,12; 1Jn 3,1-2), participamos en la naturaleza divina (2 Pe 1,4) y somos nueva creatura en Cristo Jesús (Ef 4,24; Col 3,14).
Evangelización y promoción humana – Sínodo 1974.
¿Qué te dice el Señor en este día que concluye?