Todos hemos tenido experiencia en la Semana Santa, de pensar en la cruz de Cristo, y en el dolor que se experimenta, es todo un ejercicio del espíritu. Tambien y especialmente vivimos el sábado santo. «¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio porque el Rey duerme. La tierra está temerosa y sobrecogida, porque Dios se ha dormido en la carne y ha despertado a los que dormían desde antiguo. Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción al abismo.
Va a buscar a nuestro primer padre como si éste fuera la oveja perdida. Quiere visitar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte. Él, que es Dios, va a liberar de sus prisiones y de sus dolores a Adán y Eva.
El Señor, teniendo en sus manos las armas vencedoras de la cruz, se acerca a ellos. Al verlo, nuestro primer padre Adán, asombrado por tan gran acontecimiento, exclama y dice a todos: «¡Mi Señor esté con todos!» Y Cristo, respondiendo, dice a Adán: «Y con tu espíritu». Y, tomándolo por la mano, lo levanta, diciéndole:
«Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.
¿Qué te dice el Señor?
¿Qué le dices antes de finalizar el día?