Israel había encontrado a Dios en medio de su historia. Dios lo invitó a forjarla juntos, en Alianza. El señalaba el camino y la meta, y exigía la colaboración libre y creyente de su Pueblo.
Jesús aparece igualmente actuando en la historia de la mano de su Padre. Su actitud es, a la vez, de total confianza y de máxima corresponsabilidad y compromiso. Porque sabe que todo está en las manos del Padre que cuida de las aves y de los lirios del campo. Pero sabe también que la acción del Padre busca pasar a través de la suya.
Como el Padre es el protagonista, Jesús busca seguir sus caminos y sus ritmos. Su preocupación de cada instante consiste en sintonizar fiel y rigurosamente con el querer del Padre.
No basta con conocer la meta y caminar hacia ella. Se trata de conocer y esperar la hora, que para cada paso tiene señalada el Padre, escrutando los signos de su Providencia.
¿Qué le dices al Señor antes de finalizar el día?