Lee atentamente, y considera cómo Dios te dio hoy todas las cosas.
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Parte de la realidad, de tu realidad, punto de arranque es el humus de lo cotidiano, con su opacidad y sus conflictos, y su brillo y su grandeza también; con sus amenazas y contradicciones, sus luces y sus sombras, distinto a la huída a un mundo irreal. En el libro del Genesis (28,12) aparece la escala de Jacob: bien clavada en la tierra, lleva a la comunicación con lo divino.
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Orar no será huir de nuestros problemas, ni desentendernos del mundo, sino “arrimarnos” a Dios con todo lo nuestro. Como expresa el evangelio de Mateo 11,29-30 “ vengan a mí los que están cansados…”
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Vamos a orar con todo lo que somos, con nuestro equipaje de imágenes, sentimientos, preocupaciones, criterios y relaciones que constituyen nuestra vida y nuestra historia, con todas nuestras heridas esperanzas y miedos.
¿Qué le dices al Señor antes de finalizar el día?
¿Qué te dice el Señor en este día que concluye?
