Hoy el Verbo sacrosanto
nace en carne, por tener
en qué poder padecer
por el hombre que ama tanto.
Es condición ciertamente
propia del enamorado,
padecer por el amado
trabajos ganosamente.
Nace en carne el Redentor
pasible, porque sin falta
la prueba de amor más alta
es padecer por amor.
Y, porque se entienda cuánto
nos ha venido a querer,
nace para padecer
por el hombre que ama tanto.
Qué grande misterio encierra
Belén; cantadle, criaturas:
«Gloria a Dios en las alturas
y paz al hombre en la tierra.» Amén.
¿Qué le dices hoy al Señor?