Con qué afición y ternura de entrañas, con qué extremos de amor, la misericordia infinita de Dios provee a nuestra miseria, conoce él nuestra pequeñez e insuficiencia, la pobreza de nuestras ofrendas, la escasez de nuestros méritos y su corazón de Padre se conmueve.
¡Quiere perdonar nuestras culpas, quiere auxiliarnos, quiere hacernos participantes de sus largos favores!
¿Qué le dices al Señor, al finalizar el día?