+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús entró en el Templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, para decirle: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esa autoridad?”
Jesús les respondió: “Yo también quiero hacerles una pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo o de los hombres?”
Ellos se hacían este razonamiento: “Si respondemos: «Del cielo», Él nos dirá: «Entonces, ¿por qué no le creyeron?» Y si decimos: «De los hombres», debemos temer a la multitud, porque todos consideran a Juan un profeta”.
Por eso respondieron a Jesús: “No sabemos”.
Él, por su parte, les respondió: “Entonces Yo tampoco les diré con qué autoridad hago esto”.
Palabra del Señor.
Reflexión
En el día de ayer hemos entrado en la tercera semana del tiempo de Adviento; además estamos en los últimos tres días (14,15 y 16) de la primera parte de este tiempo, dedicada a la segunda venida del Señor. Hoy, nuevamente tenemos la figura de Juan el Bautista, el precursor del Mesías. Juan aparece en una discusión de Jesús con los sacerdotes del Templo de Jerusalén. Los sumos sacerdotes y ancianos de Israel, al ver los signos que hace y la gente que lo escucha, quieren mancillar el honor de Jesús cuestionándolo en público: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esa autoridad?”. Pero el Maestro no se deja intimidar y les responde con otra pregunta: “¿De dónde venía el bautismo de Juan? ¿Del cielo o de los hombres?”; con esta pregunta quiere desenmascarar a los sacerdotes y dirigentes de Israel, ya que ellos por su cargo, deberían haber reconocido el origen divino del bautismo y de la misión de Juan, pero no lo hicieron, por eso responden que no saben; y de la misma manera, tampoco son capaces de reconocer a Jesús como el enviado de Dios, pues sus corazones están ciegos al paso de Dios, preocupados sólo por el poder que tiene sobre el pueblo.
¿Espero la venida del Señor? ¿Cómo me prepara para el encuentro con el Señor? ¿Reconozco el paso del Señor por mi vida?