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La misericordia 2

29 de Noviembre 2020     Freddy Araya    

26-04-2019

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También nosotros nos podemos sentir fuertes y alegres: “No temáis la empresa grande, mirando vuestras fuerzas pequeñas, pues toda nuestra suficiencia ha de venir del que para esta obra os llamó y ha de dar lo que para su servicio es necesario… Baste a nosotros hacer según nuestra fragilidad lo que podemos y el resto queramos dejarlo a la divina providencia, a quien toca y cuyo curso no entienden los hombres y por eso se afligen de aquello que debieran alegrarse”.
Si tenemos realmente el espíritu cristiano, no podemos contentarnos con un entendimiento recíproco puramente superficial, con una colaboración externa, con un trato afable de labios para afuera, con una cortesía elemental o de “coexistencia pacífica”, sino aspirar a la unión profunda, basada en la verdadera caridad, en el amor que nos pide Cristo cuando nos dice “ámense… como yo les he amado”. Este amor real es el que se traduce en caridad profunda, en trato sencillo y noble, en saber interpretar y defender a nuestros hermanos, a quienes se considera como “otro yo”, con quienes se colabora y se sufre, se trabaja y se vive, siempre unidos. Sólo una unión de corazones, interna y profunda, entre nosotros mismos, nos dispondrá a ser apóstoles de la reconciliación en el mundo que nos rodea y en cualquier clase de circunstancia, incluso con los que nos persiguen.


¿Qué me dice hoy el Señor?

Categories: Buenas Noches

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