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María en la cruz, ha experimentado el dolor, también a causa del dolor de su hijo, el desconsuelo y la tristeza, la falta de comprensión y la ausencia de sentido por la partida de Aquel que le había dado el sentido de su vida.
Es la experiencia que ha hecho Mamá Margarita. Margarita OCCHIENA nació en el seno de una familia de campesinos de los alrededores de Asti, en el Piamonte. Una familia de nueve hijos. En 1812, se casó con Francisco Bosco, viudo de un primer matrimonio y padre de un joven llamado Antonio. Tenía 24 años. De esta unión nacieron otros dos chicos: José y Juan (Bosco Occhiena). Dos años penas después del nacimiento de Juan, el papá murió repentinamente, Se quedó viuda con tres hijos y una abuela enferma a su cargo. Su única manera de ganarse la vida : algunos terrenos y algún ganado que será preciso matar para subsistir.
Toda su solicitud se centró en sus hijos. Por ellos sacrifica su futuro personal. » Dios me ha dado un marido, Dios me lo ha quitado. En su muerte, Francisco me confió estos tres hijos.
Ordenado sacerdote su hijo le dice: Recuerda bien esto: comenzar a decir misa, es comenzar a sufrir. Oh, no te darás cuenta ahora en seguida. Pero más tarde, pensarás que tu madre te lo había dicho. Cada día, rezarás por mi. No te pido nada más. ¡Vamos!, no sueñes nada más ahora que en la salvación de las almas y no te preocupes de mí.
Don Bosco cayó enfermo de gravedad después de algunos años de ministerio y apostolado al lado de los jóvenes en Turín. Debió pasar varios meses de descanso y reposo. Fue a la vuelta de Don Bosco a Turín cuando hizo esta llamada: » Mamá, lo sabes, me hace falta volver Turín. Mis chicos me reclaman. En el Refugio (una pensión de chicas, sostenida por la marquesa de Barolo, de la que fue capellán) no tengo ya empleo, y me hace falta, en esta nueva casa, una persona de confianza. La » casa Pinardi » tiene mala reputación. ¿Quieres venir conmigo? Margarita escucha y reflexiona. – » Juan, lo sabes, lo ves. Cuenta conmigo. Es duro abandonar nuestra casa, tu hermano y a todos a los que amo. – Pero si crees que Dios lo quiere así, puedes contar conmigo. Estoy lista para seguirte».
¿Qué me dice el Señor al finalizar este día?