+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús, al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: “Está escrito: «Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones»”.
Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo buscaban la forma de matarlo. Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.
Palabra del Señor.
Reflexión
Continuamos hoy con el relato del evangelista San Lucas, en el capítulo 19, quien nos indica que Jesús después de lamentarse por Jerusalén, ingresa a la ciudad, específicamente al Templo, dando así por terminado su largo viaje iniciado allá por el capítulo 9. El Maestro entra al Templo y toma posesión de él, echando a los vendedores y preparándolo así para poder enseñar en él diariamente. En esta enseñanza Jesús cuenta con la atenta escucha del pueblo que lo rodea como una gran multitud (todo el pueblo, dice Lucas), pero también cuenta con el rechazo de la clase dirigente: los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, dice San Lucas. El Templo de Jerusalén fue construido para resguardar en su centro, llamado el Santo de los Santos, el Arca de la Alianza, la cual era el símbolo visible de la presencia de Dios entre su pueblo: por lo tanto, para encontrarse con Dios había que ir al Templo. Pero el Maestro de Nazaret nos enseña ahora que para encontrarse con Dios hay que encontrarlo a Él, escucharlo y vivir como Él nos enseña; donde está la comunidad y el prójimo está Jesús y donde está Jesús está Dios; Cristo es el nuevo Templo y nosotros somos parte de él.
¿Qué ha significado para mí no poder asistir presencialmente a la misa? ¿La capilla o parroquia en la que participa es un lugar de encuentro con Dios y con el prójimo? ¿Dónde más puedo encontrar a Dios?