+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga. Había allí una mujer poseída de un espíritu, que la tenía enferma desde hacía dieciocho años. Estaba completamente encorvada y no podía enderezarse de ninguna manera. Jesús, al verla, la llamó y le dijo: “Mujer, estás sanada de tu enfermedad”, y le impuso las manos.
Ella se enderezó en seguida y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había sanado en sábado, dijo a la multitud: “Los días de trabajo son seis; vengan durante esos días para hacerse sanar, y no el sábado”.
El Señor le respondió: “¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no desata del pesebre a su buey o a su asno para llevarlo a beber? Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser liberada de sus cadenas el día sábado?”
Al oír estas palabras, todos sus adversarios se llenaban de confusión, pero la multitud se alegraba de las maravillas que Él hacía.
Palabra del Señor.
Reflexión
El evangelio de hoy describe la curación de la mujer encorvada. Jesús nos está enseñando lo que es vivir la condición de hijos e hijas de Dios. En el evangelio encontramos una clara opción de Jesús a favor de las marginadas, las encorvadas, las que no se pueden enderezar, las que no tienen otra oportunidad y otra visión que la de vivir sometidas al poder de los explotadores y de otras explotadoras (internos y externos). En nuestra sociedad hay personas (hombres y mujeres), que por muchísimas causas se mantienen encorvadas y sometidas. El Señor nos enseña a no quedarnos indiferentes. Pero, el hecho liberador que Jesús realiza, genera controversia y rechazo de quienes aún no pueden ver, ni oír el clamor de los marginados que en todo momento están clamando justicia. Este permanente rechazo a liberar y a acompañar mano a mano, a quienes realmente lo necesitan es común en las personas muy pegadas de la norma, de la moral sin corazón. Y Jesús nos invita a todos a tomar opciones claras y transparentes, llenas de espíritu de libertad para amar sin medida, para dar la mano sin reserva. No hay ley que pueda contra este deseo que Dios tiene para nuestra vida: que caminemos con la frente alta, libres de agobios y pesos que nos encorven la espalda y hagan bajar la cabeza. Allí donde se enseña la Buena Noticia de parte de Dios, los hombres y mujeres podemos erguirnos en libertad y vivir en alabanza.
Hoy nos podemos preguntar ¿Estamos atentos a los agobios y pesos de los demás? ¿De qué pesos y agobios queremos que El Señor nos libere hoy?