Sigue el camino, tortuoso o recto,
que Dios te ha señalado.
Pase lo que pase, no lo abandones,
porque es el tuyo.
Lánzate audaz y alegremente,
y cuando tropieces con la única aventura,
el don total de Dios,
acéptala.
Sólo Dios cuenta.
Sólo su luz y su amor
pueden colmar nuestro pobre corazón,
demasiado grande
para el mundo que lo rodea.
(Guy de Larigaudie)
¿A qué te invita el Señor, al finalizar este día?